Valverde: de los apuros del ascensor a la conquista de Cibeles

Carlos de Torres

Madrid, 20 sep (EFE).- Alejandro Valverde entró en Madrid a lo grande, cumpliendo con su asignatura pendiente desde que pasó a profesionales, un éxito que ha reflejado en su cuaderno digital de viaje día a día, donde ha comentado su experiencia desde su lado más humano.

Desde su impresión por "el gran ambiente ciclista" que vivió en Holanda hasta su sentimiento de liberación tras la cronometrada de Toledo, pasando el agobio de quedarse atrapado en un ascensor y la emoción de llegar a Murcia, su tierra, con el maillot oro y subir al podio con sus gemelos, Iván y Alejandro.

"Tengo la gran oportunidad de ganar una grande". El convencimiento le caía a plomo en su cabeza apenas aterrizó en Holanda. La lluvia, que no le gusta nada a Valverde, y el frío, aún menos, no le desanimaron. Al contrario, el hecho de sentir "un ambiente de Tour de Francia", empezar en la "catedral" del motociclismo de Assen y estar en el centro de los focos animaron al líder del Caisse D'Epargne, que asumió "con tranquilidad" su condición de favorito número uno.

El paso por Holanda y Bélgica se recordará por la lluvia, las etapas nerviosas, la famosa y multitudinaria caída de Lieja. Valverde salvó los escollos y además disfrutó con un tramo de adoquinado que le animó para apuntarse a la París-Roubaix. Pero donde peor lo pasó fue en el ascensor de un hotel de Lochem. Se montaron varios corredores del equipo, había sobrepeso y el atrevimiento les costó varios minutos agónicos sin poder abrir las puertas. Les tocó subir andando, cosa "que no hace gracia a los corredores".

Del frío belga al calor de Tarragona y Vinarós, después de un traslado en avión donde muchos restañaron sus heridas. Y enseguida la primera cita importante de la Vuelta: la contrarreloj de Valencia, en la que Valverde casi llega tarde a la salida, como le ocurrió a Perico en aquel Tour de Francia.

"Me senté al lado de Basso a esperar mi turno. Creí que salía detrás de él, pero menos mal que me avisaron por megafonía, sino pierdo tiempo antes de empezar", relató Valverde, quien tiene el convencimiento de que "lo normal es que llueve en las cronometradas", como ocurrió aquel día en la capital del Turia.

Las etapas de montaña en Alicante diseñaron el grupo de favoritos. En Aitana, los favoritos entraron prácticamente de la mano y en la mañana del ascenso al Catí, el murciano se adornó la muñeca con su amuleto secreto: un reloj amarillo, con el que conseguiría el primer maillot oro de la presente edición. "Lo tenía guardado en la maleta desde Holanda. Me hacía ilusión lograr el jersey oro para llegar de líder a Murcia", comentó.

Y aquel día fue muy especial: "Lo mejor ha sido subir al podio con mis hijos", sus gemelos, Alejandro e Iván. En la Avenida de Miguel Indurain se llevó los aplausos de sus paisanos. Precisamente Indurain, "a quien vi ganar el Tour con 11 años", le puso el maillot en el podio de Caravaca de la Cruz. El navarro piropeó al murciano: "Lo tienes todo para ganar". Aquella frase puso las pilas a Valverde, que ya tenía la cabeza en la trilogía montañosa de Andalucía, "donde realmente se iba a jugar la Vuelta".

Tras salvar los muebles en Sierra Nevada y Velefique y con algunos segundos de bonificación, sacó la conclusión, en voz baja y sin manifestarlo en público, de que veía "muy justitos a los rivales".

Peor lo pasó en La Pandera, último examen de montaña. Hubo zozobra tras perder contacto con el grupo de favoritos. Pero Valverde tiró de tranquilidad, no se cebó y salió airoso con una gran reacción final. "Ya tengo el setenta por ciento de la Vuelta", señaló. La sombra de sus famosos despistes de Monachil 2006, cuando Vinokurov le quitó la Vuelta en el descenso y del Caracol, las pasada edición, cuando bajó al coche a por un chubasquero, planearon por el puerto jiennense.

Última semana. Paseos varios en jornadas tediosas en la transición de Andalucía a La Mancha. Alejandro presenta en su página digital a Fran Pérez, su compañero y amigo murciano, su colega de confianza, con quien comparte habitación. Pero aclara: "me llevo muy bien con todos los componentes del equipo".

Parece que esos días nota la descarga competitiva en espera de las etapas de Ávila y la contrarreloj de Toledo. Presenta también a Luisma Fructuoso, el masajista que le acompaña a todos los sitios desde hace siete años, residente en Murcia, por lo que también le atiende fuera de competición. "Conoce mis músculos al detalle", asegura.

En Puertollano, se recrea en el podio. Colecciona una cuantos maillot: el de la general y los de líder por puntos y de la combinada. "Según bajaba del podio hice una foto con el móvil para sacar el ambiente que había".

En las jornadas de Ávila y Segovia el pelotón se muestra prudente con las carreteras mojadas. Conformismo entre los favoritos, que iban a discutir los últimos asuntos del podio en la contrarreloj de Toledo. "A pesar de la lluvia esos días los pasé bastante bien", recordó.

Llegó el día de la liberación. Toledo. La salida del líder a las 17.06. "Me gustaría tener más tiempo para describiros lo que siento en estos momentos pero no me da tiempo", afirmaba antes de salir lanzado hacia su primera Vuelta.

Esta vez no se sentó al lado de nadie a esperar. El líder sale el último. No hay dudas. Afrontó los 28 kilómetros con la tranquilidad que puede dar un minuto y medio de ventaja sobre el segundo, Samuel Sánchez. Un séptimo puesto le bastó. Virtual vencedor de la Vuelta.

"Siento una gran liberación", dijo en la ciudad imperial, en el feudo del "Águila de Toledo", de Bahamontes. Un día después, en Madrid, celebró el título en Cibeles, horas después de que la ciudad despertara de una Noche Blanca, pero que no tuvo nada que ver con el fútbol, sino con la música y el teatro. El escenario que merecía el último inquilino del club de los grandes. EFE

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