Retratos de Sangre y Oro en Two Art Gallery , de 6 septiembre al 11 octubre

Desde el 6 de septiembre y hasta el 11 de octubre, Two Art Gallery presenta por primera vez en una galería de arte contemporáneo un resumen de la historia de la tauromaquia moderna a través de 50 retratos de reconocidas figuras del siglo XX realizados por el artista Pablo Schugurensky (Catamarca, 1954).

Un concepto que define a la perfección al pintor argentino es el de "Maestro del retrato", género en el que sabe moverse con total libertad y habilidad demostrando un dominio absoluto de la anatomía humana. Al igual que su maestro Eduardo Bertozzi, pintor de gran influencia en su obra a quien frecuentó en la década de los ochenta, Schugurensky tiene la capacidad de ver el interior del ser humano trasladando toda su verdad al lienzo, un interés por la figura humana que siempre ha sido el centro de su producción, destacando especialmente el desnudo y el retrato, con obras que van más allá de la pura representación pictórica.

Si bien al principio de su trayectoria muestra una mayor preocupación por las líneas, con el paso de los años su estilo ha evolucionado hacia formas más abiertas, de manera que la mancha es ahora la que estructura y da sentido a cada composición. Ha sabido tomar de la pintura todo aquello que le era necesario para enriquecer su trabajo: queda patente su admiración por los grandes maestros del pasado de quienes aprendió la pasión por la figura humana y el desnudo, entre los que Rembrandt ocupa un lugar destacado con sus magníficos retratos dotados de gran naturalidad, así como los trazos violentos del expresionista ruso Chaïm Soutine, sin olvidar las claras alusiones a la escuela neofigurativa inglesa de Lucian Freud y la gran fuerza de sus agresivas pinceladas, cuya potencia visual te atrapa, o los empastes presentes en las pinturas agónicas de Francis Bacon, esos con los que Shugurensky consigue simplificar las formas alejándose del uso de líneas innecesarias.

En esta nueva serie de trabajo dedicada a los grandes nombres de la historia de la tauromaquia vuelve a retomar el retrato como tema principal, si en el año 2010 ya realizó un proyecto similar centrado en conocidos pintores del pasado, en esta ocasión los protagonistas son toreros, concretamente cincuenta retratos de las figuras más importantes a través de más de un siglo.

Aunque lo taurino siempre ha sido fuente de inspiración para artistas de todo tipo como el caso de Zuloaga, Picasso o Miquel Barceló, ésta es la primera vez que se realiza un repaso a su historia desde una representación más íntima de sus protagonistas donde lo importante para el artista no es tanto la parafernalia o todo aquello que suele rodear a su práctica sino el torero como persona, esa faceta a veces tan olvidada.

Recordando las palabras del crítico Eugenio D´Ors en las que afirma que "un auténtico retrato debe ser la conjunción armónica de tres elementos imprescindibles: cuerpo, alma y ángel", comprobamos que el arte de Pablo Schugurensky colma con creces tales expectativas, tiene la tremenda capacidad de representar a cada torero en toda su humanidad partiendo de primeros planos en los que consigue congelar la esencia de cada uno de ellos. No existe en su pintura ningún tipo de interpretación, cada obra es completamente fiel al personaje de manera que llega a transmitir su verdadera psicología construyendo una imagen que traspasa la propia frontera de la tela para poner en conversación directa al espectador con cada uno de los retratados.

Algo habitual en su trabajo suele ser la no existencia de un fondo con elementos que puedan distraer la mirada de lo realmente importante, lo que permite ahondar aún más en la propia esencia del retrato, de su fisonomía y de la pintura en sí, convirtiendo el acto de mirar en un momento de gran intimidad donde el color rojo, siempre presente en su paleta, aporta un grado más de tensión y dramatismo a esos rostros que no dejan de sorprender por la realidad de sus miradas.

Comenzando el recorrido por Juan Belmonte, del que se dice es el precursor del toreo moderno, el artista construye un auténtico árbol genealógico que recoge cada uno de aquellos nombres que de alguna manera han contribuido a la evolución de este antiguo arte milenario.

Rafael de Paula, José Tomás, El Fandi, Morante de la Puebla, la familia Rivera Ordoñez al completo, Padilla, los toreros murcianos Ortega Cano, Rafaelillo, Pepín Jiménez y Pepín Liria, Enrique Ponce, Sebastián Castella, el gran Manolete, Dámaso González, Antoñete, Luis Miguel Dominguín, El Juli, Antonio Bienvenida, Espartaco, o el recientemente fallecido Iván Fandiño…, un elenco de lujo que en su conjunto resumen la historia de la tauromaquia a través de imágenes de gran poder expresivo configurando así el primer gran homenaje realizado a la figura del torero contemporáneo.

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