Una investigación de la UMU y el IMIB demuestra que la exposición a contaminantes ambientales aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares

Los autores de este estudio sugieren que los pacientes con un riesgo muy alto de enfermedades cardiovasculares deberían evitar la exposición a largo plazo a regiones con alta contaminación ambiental

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la contaminación del aire es una de las mayores amenazas medioambientales para la salud. Un estudio de la Universidad de Murcia (UMU) y el Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB) demuestra que la exposición continua a material particulado, - comúnmente conocido como PM10 o PM2,5 -, aumenta el riesgo de desarrollar fibrilación auricular, la arritmia cardíaca más común. En pacientes que ya padecen esta enfermedad del corazón se multiplica la mortalidad y los casos de ictus.

Los niveles cada vez más elevados de este material particulado formado por polen, hollín, humo y suciedad, entre otras sustancias, y el continuo crecimiento en la prevalencia de esta patología cardíaca han llevado a investigadores de la UMU a publicar sus resultados en la revista Science of the Total Enviroment.

La calidad del aire se mide según estos cuatro contaminantes: partículas en suspensión; el ozono troposférico causado por la industria y los vehículos; el dióxido de nitrógeno que emiten los medios de transporte; y el dióxido de azufre que se produce durante la combustión de carburantes. El estudio evalúa los trabajos publicados durante los últimos 20 años donde 17 investigaciones ya asociaron la exposición a este contaminante con un mayor riesgo de desarrollo de fibrilación auricular.

Un problema de salud y medioambiental

Las micropartículas menores de 10 micrómetros de diámetro son las que suponen un mayor problema porque llegan a la profundidad de los pulmones y algunas pueden alcanzar el torrente sanguíneo. Los autores han hallado cuatro estudios que mostraron que al aumentar la exposición a contaminantes ambientales aumentan los eventos adversos en pacientes que ya padecen fibrilación auricular. Existe un mayor riesgo de mortalidad e ictus debido a mecanismos como el estrés oxidativo, el deterioro de los vasos sanguíneos y la inflamación sistémica, mecanismos que a su vez, incrementan la probabilidad de desarrollar también aterosclerosis y trombosis.

"Para reducir la contaminación del aire en las ciudades se necesitan, además de políticas ambiciosas, planes de detección de riesgo cardiovascular para personas que viven en regiones con una baja calidad del aire. Dado que la relación entre la exposición a material particulado y la fibrilación auricular parece ser independiente de la región del mundo según los resultados del estudio que hemos realizado, la contaminación ambiental debería considerarse como un factor de riesgo global y es necesario adoptar medidas específicas para prevenir la exposición a la contaminación del aire", concluye José Miguel Rivera Caravaca, profesor de la Facultad de Enfermería e investigador del grupo Cardiología Clínica y Experimental de la UMU.

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